De pie frente a la caída de toda una cordillera,
a mis pies, o más abajo aún.
Mi propia cordillera.
Ésa que me impide apreciar lo verdadero.
Ésa por la cual mis movimientos no son fluidos.
Ésa, que creció alimentada por todo mi GRIS:
miedos, rutinas, avidez, inmovilidad y pereza.
Contemplándola caer, sonriendo bajo una lluvia de rocas,
mi vida cobra sentido entre el horror y la rendición.
Mi alegría encuentra lugar en el espacio libre.
Una nueva libertad se gesta bajo el sol,
mientras crecen y crecen las fuerzas de un corazón guerrero
debilitado durante Eternidades...
Con el viento, decidirá levantarse del suelo,
abrir las alas, y mantenerse en el aire por sí mismo.